miércoles, 3 de noviembre de 2010

And hang for your hollow ways

Vos sabías cómo encontrarlos. Vos los desataste, los despertaste, los sacudiste. Vos ideaste su forma, su color y sus sonidos. Vos incluiste los tuyos en los míos, pero en lugar de llevarte los míos, también me los dejaste.
Yo sabía que ibas a encontrarlos. Yo dejaba los hilos sueltos, les proporcionaba un sueño liviano, les quitaba rigidez. Yo dejé en tus manos los instrumentos para crearlos. Yo te hice espacio para los tuyos aún sabiendo que nunca ibas a llevártelos.
Llamalos como quieras: miedos, puntos débiles, inseguridades. Realmente no interesa ya, porque las palabras no llenan el vacío, tampoco me sacian el vicio. Así las cosas, sólo quedamos vos y yo, separados por una serie de circunstancias que nos llevaron a este y no al otro lado del río. Sos vos y sólo podrías serlo de esta manera, refugiándote en aquella orilla. Por supuesto, y con más razón, soy yo y sólo podría serlo estando aquí, en esta rehabilitación de mí misma, intentando desprenderme.
Qué bueno que ahora nos separa el agua... así es más fácil, puedo volver a encontrarme con el simple acto de mirarme en su reflejo. Y si vuelven las voces, las calla la música que ejecutan las cuerdas del río al vibrar.
Aquí se está bien, los verbos van en pasado y poco a poco la corriente se lleva a aquellos que encontraste, ya casi desatados, apunto de despertarse. Si bien optaste por sacudirlos y luego ideaste su forma, su color, sus sonidos. Para luego incluir los tuyos en los míos, para jamás llevártelos.