domingo, 13 de mayo de 2012

Ríete al fin


Me encanta que hables por mi boca, que tu voz salga de entre mis labios y retumbe en mi garganta. Tus ojos semi abiertos, los míos completamente cerrados. Y un momento único en el que siento que hablo desde otro lugar, que mi voz se convierte en instrumento de tu propio pensamiento.
Cualquier problema se arregla así, esbozando una palabra en el medio de un beso. La cosquilla que da el aire exhalado en forma de palabra, la sonrisa que sucede al balbuceo… pequeños placeres de la vida terrenal.

Perla


Me dolés
en la sien
cuando te pienso

Es como si la realidad
obstinada en negarte
disfrutara de patearme la cabeza

Te volvés
cuento hasta cien
otro lienzo

Saberme tan cierta
haber predecido cada paso
y sin embargo llorar en verso

Me dolés
en la sien
cuando te pienso

Perder el sentido del espacio es sólo cuestión de tiempo. Atrás quedaron las manos, la cara, los besos. Los pasos se alejan de los pedazos, el uno con el uno se ríen del dos. Correr en círculos se siente igual que bajar la escalera de dos en dos, nadar en el cielo no se distingue de volar en el mar. Así las cosas, la vida se empeña en hacer salir el sol, la cama nos escupe una y otra vez del calor de las sábanas. No se trata de tomar un café a la mañana, ni de lavarse los dientes antes de ir a dormir. El problema radica en que la lluvia me impide salir de la casa, que la casa es chiquita y asfixiante, que no me quiero mojar esta piel de papel. Escribo sin tipear, cada parpadeo es un pasar de renglón, selecciono el párrafo, cambio el color de fuente y ahí aparecés vos. Me quejo, te suplico, lloro desconsoladamente… pero volviste a mudar de cuerpo, te faltaron las palabras, tu sangre se secó. La vida está sobrevalorada, la sociedad está repleta de gente que quiere salvar el mundo, pero el mundo no quiere ser salvado. Por eso cada vez que te morís tengo ganas de festejarlo, por eso cruzo la calle sin mirar y cuando me tocan bocina cierro bien fuerte los ojos a ver si al abrirlos aparezco jugando con vos. Ahora la lluvia me quiere mojar la cara, pero por suerte estoy atrás de la ventana, mientras tanto las ramas se mueren de frío y el viento hace crujir las hojas contra el asfalto. ¿Dónde quedaron mis ojos, de qué nube caerán mis dedos, cuándo voy a tener pies más livianos?

domingo, 25 de septiembre de 2011

Sunlight in a jar


Quiero borrar, elidir, sintetizar. No tolero más elementos coordinados, voy a tipear el punto final de la más larga de mis oraciones. Habremos de seguir el juego en otra parte, con otras manos y compartiendo otras camas.

Esa estúpida incompatibilidad entre los tiempos verbales, sí, exactamente ese tipo de incoherencia léxica nos caracteriza. Yo siempre fui el pretérito perfecto, el sí, lo concreto y lineal. En cambio tus desinencias se inclinaban violentamente hacia el condicional simple, casi casi inocente pero aún así incisivo, propagador de sangre. Donde yo amé vos amarías, y así la lluvia, una elegía a la estúpida levedad de la nube que se mantiene arriba mientras el agua cae.

Siempre quise saber por qué, hasta cuándo, cómo. Pues bien, recién ahora entiendo que el problema no era encontrar las respuestas, sino la maldita pregunta correcta. Anoche entendí que mi único interrogante fue siempre quién. Sigo sin saber quién sos, quién soy yo cuando estoy en frente tuyo, quiénes somos así enlazados, a quién engañamos. Quizás una buena dosis de realidad casta y académica era lo que nuestra didáctica vulgar andaba necesitando, acaso siempre gritamos pidiendo ayuda al dios equivocado.

Ahora nos llamamos al silencio, cerramos los ojos bien fuerte para que ni siquiera el otro pueda vernos, y así nos creemos enormes, tan desentendidos. Me miro al espejo intentando encontrar alguna señal tuya, la más mínima parte de vos que te defina a modo de contraste con lo que únicamente a mí me pertenece. Forma y contraforma, una diferenciación que nos complejiza, nos da la esencia turbia de quiénes somos… pero por separado. Creo que la gracia es que siempre permanezca la duda de qué carajo somos los dos juntos.

El verde y el violeta son hermosos por separado, pero decime a quién le gusta el color que forman cuando se juntan… quizás sea muy básico o demasiado gráfico, pero creo que viene al caso. No vamos bien unidos, nos atraemos por lo que cada cual es por su lado, pero cuando nos metemos en la cama no soportamos la estampa, no nos gusta la combinación de esos pigmentos que en cuanto se juntan pierden sus mejores características.

Y creo que así pasó la noche, lo que buscabas cuando estirabas el brazo no era lo que veías cuando yo me apoyaba en tu pecho. Y lo que yo leía en tu ventana no es lo que beso cuando te veo. La tentación de encontrarnos al fin es lo que nos impulsa, lo que nos hace intentarlo una vez más. Pero aún con la resaca de las sábanas y el vino no puedo decir más que marrón y que quiero un baño para sacarme cada pedazo de tu cuerpo que se ha creído mío.

Un segundo, puedo contar un solo segundo en el que me sentí pura, aún sobre tus aguas que siempre me dejan diluida. Ahora me queda ver si aquel segundo vale por tanta vida desteñida, desmembrada, disminuida. Yo iría adelantando que no, pero cuando vuelva la oportunidad de tener otro más de aquellos segundos no sé si estaré tan segura. Vamos a ver qué pasa, cuánto de vos puedo beber sin ahogarme, cuánto de mí te puedo dar sin que me lo pidas.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

And hang for your hollow ways

Vos sabías cómo encontrarlos. Vos los desataste, los despertaste, los sacudiste. Vos ideaste su forma, su color y sus sonidos. Vos incluiste los tuyos en los míos, pero en lugar de llevarte los míos, también me los dejaste.
Yo sabía que ibas a encontrarlos. Yo dejaba los hilos sueltos, les proporcionaba un sueño liviano, les quitaba rigidez. Yo dejé en tus manos los instrumentos para crearlos. Yo te hice espacio para los tuyos aún sabiendo que nunca ibas a llevártelos.
Llamalos como quieras: miedos, puntos débiles, inseguridades. Realmente no interesa ya, porque las palabras no llenan el vacío, tampoco me sacian el vicio. Así las cosas, sólo quedamos vos y yo, separados por una serie de circunstancias que nos llevaron a este y no al otro lado del río. Sos vos y sólo podrías serlo de esta manera, refugiándote en aquella orilla. Por supuesto, y con más razón, soy yo y sólo podría serlo estando aquí, en esta rehabilitación de mí misma, intentando desprenderme.
Qué bueno que ahora nos separa el agua... así es más fácil, puedo volver a encontrarme con el simple acto de mirarme en su reflejo. Y si vuelven las voces, las calla la música que ejecutan las cuerdas del río al vibrar.
Aquí se está bien, los verbos van en pasado y poco a poco la corriente se lleva a aquellos que encontraste, ya casi desatados, apunto de despertarse. Si bien optaste por sacudirlos y luego ideaste su forma, su color, sus sonidos. Para luego incluir los tuyos en los míos, para jamás llevártelos.

lunes, 23 de agosto de 2010

Give me that which I desire

Un botón,
vos.
Otro botón,
yo.
Después fue el tiempo de los ojales,
del hilo enredado,
algún que otro roce de aguja incisiva.
Observé cómo te encajabas
perfectamente
en el mismo agujero que yo ocupaba.
Sonreíste al ver
que también en tu ojal
mis besos entraban.
El tiempo nos unió
en su vuelo de lado a lado,
creíste
haberme tocado,
sentí
que me habías abrazado.

Un botón,
vos.
Otro botón,
yo.
Hoy es silencio
este otro lado,
caricia suspendida,
mirada desviada.
Sin embargo
la espera,
el hilo
yendo y viniendo,
intentando llegar a vos
...al divino botón.





jueves, 19 de agosto de 2010

They got a skin and they put me in. All the lines wrapped around my face. I'm a lie!

Puedo culpar al día de mi ansiedad, puedo condenar a la noche por ser harto agotadora. Pero más que nada debo culparme a mí y perdonarte a vos. Asumir que el paso del tiempo, con toda su irreversibilidad y su lento caer al suelo, sabe perfectamente cuándo es necesario alterar su velocidad y despertar al Sol a su debido momento.
Quizás, sin ser tan drásticos y optando por una actitud más consecuente, no tendríamos que perpetuar esta conciencia abrumadora sobre las horas, minutos y segundos que condicionan un accionar masivo como si realmente el mundo pendiera de un sólo hilo celeste. No niego cierto grado de unidad, de conexión entre todas las cosas. Pero, ¿hasta qué punto es válido reducirlo todo a una misma unidad de medida, a un único proceso cósmico que regula todo el movimiento universal?
Me gusta sentir que soy responsable de mis actos, de lo contrario no sería necesario responder a esa 'regla moral' de hacerse cargo de las propias acciones; puesto que no estaría en nosotros sino en una voluntad que nos excede absolutamente y es imposible de controlar, conclusión: el flujo de la vida está en sus manos.
Ahora bien, para qué el cuerpo, para qué carajo el devenir del alma en otra voz empeñada en regular el cauce de los ríos, el amanecer, el encuentro. Ya no soporto sus gritos de lata, de eco vacío que no dice ni espera una respuesta. Es como si ella supiera que de nada sirve gritarle al viento que se detenga, al reloj que se retracte... y quizás eso sea todo y cuanto puede hacer, sin dejar de ser esto un ritual tanto válido como productivo. De qué serviría resignarse ante lo 'imposible', lo inmutable, lo inflexible, lo INERTE.
Mi alma sueña que llega a llenar el cielo, a desbordarlo y convertirse ella también en nube, lluvia, estrella, en vigía del suelo. Lo descubrí hace relativamente poco, cuando la sorprendí midiéndose en perspectiva con la mirada hacia arriba, muy concentradamente.
Tanto ella como yo sabemos que el tiempo no para, pero a su vez desconocemos lo que es el tiempo. Y por eso lo negamos, lo cuestionamos, nos mufamos de él. No damos nada por sentado, porque ni siquiera sabemos si nosotras mismas existimos o no en este mundo. Así las cosas, por qué replegarnos a una voluntad que a veces descartamos.
Mejor será seguir mirando el Sol como único parámetro posible, él sí que es incuestionable, constante, perfecto. Y si cierto dejo inteligible de su existencia puede generar dudas alguna que otra vez, nos basta juntar ambas manos y sentirlo allí, entre palma y palma, latiendo entre la piel, generándose lentamente con el devenir de nuestra sangre. Ese calor, es el Sol.