lunes, 23 de agosto de 2010

Give me that which I desire

Un botón,
vos.
Otro botón,
yo.
Después fue el tiempo de los ojales,
del hilo enredado,
algún que otro roce de aguja incisiva.
Observé cómo te encajabas
perfectamente
en el mismo agujero que yo ocupaba.
Sonreíste al ver
que también en tu ojal
mis besos entraban.
El tiempo nos unió
en su vuelo de lado a lado,
creíste
haberme tocado,
sentí
que me habías abrazado.

Un botón,
vos.
Otro botón,
yo.
Hoy es silencio
este otro lado,
caricia suspendida,
mirada desviada.
Sin embargo
la espera,
el hilo
yendo y viniendo,
intentando llegar a vos
...al divino botón.





jueves, 19 de agosto de 2010

They got a skin and they put me in. All the lines wrapped around my face. I'm a lie!

Puedo culpar al día de mi ansiedad, puedo condenar a la noche por ser harto agotadora. Pero más que nada debo culparme a mí y perdonarte a vos. Asumir que el paso del tiempo, con toda su irreversibilidad y su lento caer al suelo, sabe perfectamente cuándo es necesario alterar su velocidad y despertar al Sol a su debido momento.
Quizás, sin ser tan drásticos y optando por una actitud más consecuente, no tendríamos que perpetuar esta conciencia abrumadora sobre las horas, minutos y segundos que condicionan un accionar masivo como si realmente el mundo pendiera de un sólo hilo celeste. No niego cierto grado de unidad, de conexión entre todas las cosas. Pero, ¿hasta qué punto es válido reducirlo todo a una misma unidad de medida, a un único proceso cósmico que regula todo el movimiento universal?
Me gusta sentir que soy responsable de mis actos, de lo contrario no sería necesario responder a esa 'regla moral' de hacerse cargo de las propias acciones; puesto que no estaría en nosotros sino en una voluntad que nos excede absolutamente y es imposible de controlar, conclusión: el flujo de la vida está en sus manos.
Ahora bien, para qué el cuerpo, para qué carajo el devenir del alma en otra voz empeñada en regular el cauce de los ríos, el amanecer, el encuentro. Ya no soporto sus gritos de lata, de eco vacío que no dice ni espera una respuesta. Es como si ella supiera que de nada sirve gritarle al viento que se detenga, al reloj que se retracte... y quizás eso sea todo y cuanto puede hacer, sin dejar de ser esto un ritual tanto válido como productivo. De qué serviría resignarse ante lo 'imposible', lo inmutable, lo inflexible, lo INERTE.
Mi alma sueña que llega a llenar el cielo, a desbordarlo y convertirse ella también en nube, lluvia, estrella, en vigía del suelo. Lo descubrí hace relativamente poco, cuando la sorprendí midiéndose en perspectiva con la mirada hacia arriba, muy concentradamente.
Tanto ella como yo sabemos que el tiempo no para, pero a su vez desconocemos lo que es el tiempo. Y por eso lo negamos, lo cuestionamos, nos mufamos de él. No damos nada por sentado, porque ni siquiera sabemos si nosotras mismas existimos o no en este mundo. Así las cosas, por qué replegarnos a una voluntad que a veces descartamos.
Mejor será seguir mirando el Sol como único parámetro posible, él sí que es incuestionable, constante, perfecto. Y si cierto dejo inteligible de su existencia puede generar dudas alguna que otra vez, nos basta juntar ambas manos y sentirlo allí, entre palma y palma, latiendo entre la piel, generándose lentamente con el devenir de nuestra sangre. Ese calor, es el Sol.

miércoles, 18 de agosto de 2010

¡Y yo que creía que todo era eterno... te saludo ya es otro tiempo!

Ahí va la poesía fugaz, una pestaña que salta de tus ojos y al pedir el deseo... ya no sirve más.
No se mide en versos ni estrofas, simplemente se cuelga de los ojos por un instante breve y apenas pestañeás, salta al vacío del olvido; un abismo en que ninguna mirada resiste el paso del tiempo, ni siquiera las palabras pueden regresar a la superficie colocándose encimadas.
Cuando te leí por primera vez no eras más que eso, una fugacidad perenne que regalaba su mejor fragancia al mundo justo un segundo antes de estallar y dejar de ser o perfumar (tus labios eran las estrofas y tu boca: poesía).
Los pétalos de tus palabras, la flor de tus pupilas, la serenidad con que aceptabas la muerte inminente y dejabas una huella imprecisa en aquel papel que también se consumiría tarde o temprano...
Todas esas imágenes se volvieron carne y agua en el momento en que me besaste (metáfora única de abarcar la eternidad e individualizarla en tu boca).
Extraño esa ignorancia dulce de no conocer tus labios, así como también la timidez de mis manos al describir tus brazos antes de que me abrazaras.
Me refriego los ojos en un intento vano de que se me caigan todas las pestañas, los versos y los poemas. Y así, poder seguir adorando tu forma volátil y mortal, tu certeza irrevocable de perecer ante la eternidad de las palabras. Asumir, al igual que vos, que las pestañas se nos caen pero quedan los sueños.
¡Ahora prestame tu pulgar, vamos a jugar!

lunes, 16 de agosto de 2010

Sus cartas, desde el exilio, prometen regresar...


No interpretes lo que digo,
ni adivines lo que callo.

Jamás me mires por dentro,
ni te atrevas a mostrarme tu interior.

Nunca creas haber hallado certezas acerca de mí,
ni te ofendas si parece que desconfío de vos.

Olvidá ni nombre cada noche,
así como también que durante el día vos tuviste uno
y me lo confesaste.

Evitá buscar mis labios,
pero más aún que yo encuentre tu boca.

Leéme al revés,
yo escucharé tu despedida de corrido.

Descartá

la posibilidad

de mantenerte

a distancia.


Ya ves,

no sirve correr

hacia el lugar del que te querés escapar.


Pero el punto es ese...

mi lugar está acá.

Y vos, qué esperás?

jueves, 5 de agosto de 2010

Que negar palabras es abrir distancias.


Quisiera que pudieras ver
cuando vivimos juntos.
Y si tal vez pudieras ver
lo que vivimos
otra vez.
Después de lo que nos pasó
si es que cambiamos tanto.

SI ES QUE CAMBIAMOS TANTO
Si es que cambiamos tanto
después de lo que nos pasó
...






-Meteoro 2028, Los Natas-