miércoles, 31 de marzo de 2010

bla bla ...64

All I can say is that my life is pretty plain
I like watchin the puddles gather rain
And all I can do is just pour some tea for two
And speak my point of view but itts not sane, its not sane

I just want someone to say to me
I'll always be there when you wake
Ya know I'd like to keep my cheeks dry today
So stay with me and I'll have it made

And I don't understand why I sleep all day
And I start to complain that theres no rain
And all I can do is read a book to stay awake
It rips my life away but its a great escape...
escape, escape


All I can say is that my life is pretty plain
You don't like my point of view
Ya think that I'm insane
Its not sane... its not sane

I just want someone to say to me
I'll always be there when you wake
Ya know I'd like to keep my cheeks dry today
So stay with me and I'll have it made

martes, 30 de marzo de 2010

Dame una palabra, dame la brisa


El silencio... que nace, que se retroalimenta, que se autofagocita, que se consume.
El silencio... su piel de durazno, su corazón de almíbar, sus pies ligeros, su sonrisa de escamas desmesuradas.
El silencio... sobre el asfalto, entre la gente, desde el futuro, hasta las últimas consecuencias.
El silencio... olas que se agigantan escupiendo sal, asesinando el ruido.
El silencio... tu nombre, tus palabras, tus labios, tu mirada distraída, tus piernas.
El silencio... mi nombre, mis palabras, mis labios, mi mirada atenta, mis brazos.

El silencio... el vacío, su cuerpo efímero, sus movimientos esquivos, su forma infernal de no decir, la nada.
El silencio...
o lo que es lo mismo, tu ausencia y la mía, la falta de nuestros besos.

lunes, 29 de marzo de 2010

Los recuerdos son reflejos de espejos turbios, torcidos.

Extraño… ¿te extraño? Ya ni sé. Es difícil dar con el carozo de las certezas frente a este recuerdo con piel de durazno. Se siente tan bien jugar a deslizar entre mis manos esa suavidad tan inocente, absurda y efímera. Siempre cae la fruta y el juego termina, no hay un instante más triste que este mismo, en el que debo comenzar a limpiar mi propio desastre.

Sin embargo, mientras dura la partida, muerdo su cuerpo blando y se me quedan pequeños hilos de tus besos entre los pliegues de la boca. Hundo los dientes a la espera de encontrar en el fruto el sabor de tus labios que tan bien supieron dejar resabios de vos en los míos.

El juego cuenta con varias etapas. Cuando pienso (mejor dicho, cuando recuerdo), mi lengua comienza a buscarte, intenta rescatar algún pedazo de vos que haya quedado escondido en algún lugar de mi boca resguardado de las inclemencias del tiempo y de la nicotina.

Si no, me muerdo los labios, los aprieto bien fuerte quizás esperando que exploten y dejen salir de ellos tu saliva.

De cualquier forma todo lo que haga resulta en vano, el durazno igual se cae. Miralo, ahí está… SANGRANDO.

Ya no hay más besos tuyos en mi cuerpo, y creeme que busqué por todos lados: estallé piel, revolví sangre, quemé huesos, rasgué músculos, partí uñas, perforé ojos, corté venas, retorcí arterias... pero nada, me has despojado de vos como el árbol se sacude las hojas en otoño. Me es inevitable esta caída idiota rumbo al suelo, a la tierra que conseguirá descomponerme con la ayuda infaltable del agua, del sol y del viento.

Pero yo no quiero (…), me gustaba ser hoja, ser tuya, adornarte con el verde de mis ojos. ¡QUÉ NO LLUEVA MÁS! ¡QUÉ SE ESCONDA EL SOL! ¡QUÉ SE DETENGA EL VIENTO!

¡QUÉ SE ACABE EL JUEGO!

Porque jugar significa durazno,

Significa recuerdo…

Me cansé de vivir del pasado, de llevar mi imaginación hasta el extremo (Y PASARLO) sólo para volver a tenerte en mí, para que vos me tengas. Es más, ni siquiera me gusta el durazno. Y sin embargo lo disfruto porque sos vos, porque es lo más parecido a un beso que puedo darme, darte.

Escupo el carozo, un texto nuevo. ¿Ves? A esto me refiero, lo que me duele, lo que me mata… es el juego, y con él la hoja. Lo único de mí que pudo germinar en vos, arrancado, solitario, reducido a nada. Porque una hoja seca, sólo sirve para hacerla sonar, y yo sueno a durazno, a durazno sangrando.

viernes, 26 de marzo de 2010

Yo no sé muy bien si por vanidad o por orgullo cruel uno se hace fiel adicto al absurdo baile de los ojos muertos.

Cae el vaso... tu boca chorreada de whisky malo intenta besarme.
Tenés las manos sudadas y mis muñecas se te escapan fácilmente de los dedos.
La lista de reproducción canta por enésima vez su única canción (la más triste), el cantante parece llorrar los pedazos de vidrio que bailan en la alfombra.
Intento secar tu desastre, envolver los restos en papel de diario...
Pero otra vez tu aliento a alcohol, tus vanos intentos de apresarme y susurrarme más mentiras al oído.
Tiro tu basura al tacho, me agradecés entre gritos ahogados de 'dale', 'quiero' y 'dame'.
Ya sentado, te tomás la cabeza con las manos, entrecerrás los ojos mirándome como desde lejos, con una expresión ausente, casi de tristeza.
Pero esas no son cosas que vos sepas sentir; el gesto de tu rostro es una representación surrealista de la puja constante entre mi amor y tu odio.
Eso eras vos... seguís siéndolo.
Tus besos siempre me sabrán a whisky, a desvarío, a un error bien calculado.
Sabía perfectamente que sólo quedaba despedirse, recojer mis cosas e irme.
Pero esta vez te acercaste por la espalda y escupiste un 'te quiero' (sé que te costó, carajo! parecía que no soportabas más el gusto de esas letras en tu boca) que me quebró el alma en dos, abrió un mundo distinto, que sólo sabía ser abismo y me caí de lleno en él, en la grieta hecha de voz.
Me limpié la nuca y atravesé tu pecho con un 'te amo' bien finito y afilado.
No hizo falta decir más, los planetas de tus ojos se salieron de las órbitas y colisionaron todos a la vez.
Te desplomaste en el sillón y ya no pudiste volver a mirarme.
Barrí tu cuerpo con la mirada por última vez, te observé como para siempre, asumí tu presencia completa y deduje tu ausencia eterna (inexorable) para el resto de los días.
'Te amo' repetí, y vos apenas lograste señalarme la puerta, que sólo pude divisar luego de refregarme los ojos y darte el último beso con sabor a whisky malo, y ahora también ¡tan salado!

viernes, 19 de marzo de 2010

Ahí va tu imagen que habla más de mí, un holograma con movimiento.


Perdóname, nadie sabe por qué pasó lo que pasó entre tu y yo. Todo fue un error, no fue mala intención. Me odiarás hasta el final.
Las cosas salen mal
y no voy a pensar que todo es culpa mía.
Descubrirás a alguien mas mañana dejarás lo nuestro atrás. Las cosas salen mal, y no voy a pensar que todo es culpa mía.
Te quise hasta pensar
que iba a estallar.
Salté y caí mal.

Se que un día estarás en mi lugar
y entenderás que es difícil perdonarse. Sentirás y sufrirás cuando descubras que no es normal saberse y controlarse.
Las cosas salen mal,
y no voy a pensar que todo es culpa mía.
Te quise hasta pensar...
¡que iba a estallar!
Salté y caí mal
Salté y no fui Salté y caí mal ....

miércoles, 17 de marzo de 2010

Con esta sangre alrededor, no sé qué puedo yo mirar...

Solamente tenés que leer. Ya ni siquiera hace falta que me contestes, que me escuches… simplemente paseá tus ojos sobre la hoja y prestale atención a las letras.

¿O es pedirte mucho? Pregunto, porque ya no estoy muy segura de nada… hace varios días que el reloj me anda mal, un día llegué veinte minutos antes al laburo y otra vez viví durante una hora pensando que eran las seis y media cuando en realidad era una hora más temprano.

Pequeñas cosas que uno no quiere ver, señales implacables. A partir de eso me di cuenta de que tengo que ser más consciente del tiempo, de MI tiempo. Y caí en la cuenta de que hace ya un largo rato que lo estoy desperdiciando.

Una cosa es ser perseverante, y otra, ser un tremendo idiota. Soy lo segundo, siempre lo fui y ambos lo sabemos. Pero lo que yo no quería saber era que vos te aprovechabas de eso, que te pasabas mis lágrimas por el culo (lágrimas de idiota, sí, pero lágrimas al fin), que no tenías piedad al mirarme a los ojos y ocultarme todo, excepto claro, esas pequeñas cosas que sabías perfectamente cuánto me dañaban. Si la muerte ya estaba consumada, si lo que veías no era más que un fantasma pálido y desnudo, por qué no decirlo todo, desenrollar hasta el último silencio desde tu lengua.

Hiciste del silencio un arte, de las evasivas un deporte, de tus besos una picana a puro descargue. Yo te hice un castillito para que fueras el rey indiscutible, amo y soberano de todas las cosas (de las mías). A eso me correspondiste con la construcción de una muralla implacable.

Siempre guardando la última mariposa entre las manos, creyendo que no se iría jamás, que todas las demás que habían huido despavoridas volverían al darse cuenta de que vos sí valías la pena. Maldita esperanza con alas… Se fue ayer, con más dolor y barullo que las anteriores, que la suma de todo el horror que habían pintado en pleno vuelo aquellas otras.

Ahora sí que dejo de intentar oxidarte, agrietarte, descascararte, rasgarte (y ni hablar de tocarte). Sé que mucha de la culpa es mía, pero no entendía de medidas, no creía que fuera malo, ¡¿CÓMO PODÍA ESTAR MAL QUERERTE DEMASIADO?! Ya lo asumí, no te preocupes. Terminé de armar el rompecabezas de la decepción, perdí al truco con la resignación, volé en mil pedazos el fuego artificial de la ingenuidad y rompí para siempre la piñata del deseo.

Nunca pude llegar a vos, y ahora quizás cueste horrores que alguien pueda llegar a mí. Tu implacable muralla ahora me pertenece, me resguarda, me agiganta. Gracias por eso, siempre fui demasiado vulnerable. Ahora no creo que ni el grito de mi propio corazón logre conmoverme.

En realidad ni por eso tengo que agradecerte, todo es mérito mío. Porque así como deje que me robaras hasta el último pétalo de mi dignidad, ahora dejo que a mí alrededor se forme una barrera asquerosamente igual a la tuya. Si a vos te resulta tan efectiva es muy probable que la mía tenga el mismo resultado.
Si ni siquiera toda mi sal pudo oxidarla, si no fueron suficientes todos esos litros de amor genuino. Entonces no hay con qué darle, tené la seguridad de que sos IMPENETRABLE.

martes, 9 de marzo de 2010

Tu BOCA apunta al CIELO pero tu PALABRA sangra el AIRE...

Te encanta nombrarme, lo sé perfectamente. Es como si decir mi nombre te diera más poder, como si al pronunciar esa palabra que sabés muy bien que me gusta yo me convirtiera automáticamente en un ser absolutamente vulnerable. Ya ni siquiera hace falta que me lo digas en tiempo presente, su solo recuerdo me atormenta. En cada aliento matás una más de mis células... definitivamente, vos y yo somos mucho para mí.

domingo, 7 de marzo de 2010

De una vez por todas... y para SIEMPRE.


Vamos a morirnos de pronto, ya no habrá nada más que desear. Se convertirán mis deseos en nube, luego en lluvia y más tarde en charco que alguien pisará. A ese alguien se le mojarán los pies (ambos) y podrá enfadarse o bien disfrutar del agua que habrá de juntar. Si se enfada, tendrá sus razones, justificables o no, las tendrá; en cambio si se alegra, quiere decir que es una persona que sabe de agua y de la muerte. Será, en ese caso, alguien que comprende lo que es amar hasta estallar, licuarse el alma hasta que sólo queda la muerte en su estado natural: agua.
Y si bien estas cosas de la vida uno las puede aprender sin ser consciente, y creer que sólo se está riendo de su percance aguado, dicha persona precisa saber que no es casualidad lo que siente; por lo contrario, su sentimiento está arraigado a sentimientos mucho más hondos, casi enterrados en la mente de los menos observadores.
Un charco moja esa tierra, la revuelve, deja en la superficie hasta la última semilla, y permite que la perfore el sol. Entonces bien, ahora la semilla ha sido germinada por la luz y brotará de ella un pensamiento también lúcido, que romperá con las sombras podridas en las miradas de los transeúntes.
Volviendo a quien pise mi muerte, a esa persona que se mojará los pies con mi amor aguachento; será uno o más, quizá miles de ciudadanos promedio se hundan en mis aguas claroscuras... Y por eso tanta historia, para advertir hasta al menos perceptivo de los que anden sin rumbo por las mismas calles que yo he transitado.
Usted, ustedes, todos aquellos y también estos otros, lean atentamente estas palabras últimas y desesperadas; este texto incoherente que guarda el secreto de las almas que han sucumbido en busca de la luz más tierna y suave, la luz más clara y perfecta, la luz del amor al fin compartido y las metas ya alcanzadas.
Cuando pisen un charco no se resistan, no maldigan ni se auto compadezcan; en el acto de mojarse los pies estarán comulgando con algo mucho más complejo que agua estancada. Vivirán por un segundo (muy, pero muy breve) el último instante en que amé intensamente; entenderán mi muerte irreversible y la cantidad de amor que chorreaba de mi alma la última vez que me miró a los ojos.
En ese ritual mundano, pero aún así perfecto, se pondrán en mis zapatos y sentirán el agua misma de un alma incorruptible que sólo podía pintarse de un único color, color primavera; pero cometió el error de deshojar una flor que hizo que él ya no la quiera.

Por más que llueva y valga la redundancia...

Como si en un segundo toda porción de mundo quedase sumida en la más abrupta inundación, como si una lágrima pudiese llegar hasta el ser más diminuto y estallarlo, transformarle las patitas ínfimas en extrañas aletas al ras del suelo, existencia empapada y llena de colores aguados.
El cielo llora, hoy. Le duele tu andar distraído y sin sentido. El cielo es un poco como yo, y quiere llegar a tocarte. Para eso se licúa el alma celeste y hunde sus ganas en tu oscura resistencia. Tu muralla palpable, de pequeñas escamas negras, se estremece al sentir los dedos de cielo que la penetran.
Sí, más bien. Vas a morirte, inocente. El amor del cielo es demasiado grande para tu reducida huella en una tierra tan inmensa, llena de hojas y de migas, de granos y piedritas. Con vos (en vos) se queda ese último pedacito de verde, bolita de cristal en donde la fotosíntesis estira sus brazos y se da a la vida. Pero allá va ahora rodando con la corriente, y vos también en ella. Adiós antenas de nada, ya no tendrán que buscar nunca más un refugio, mucho menos comida; sólo les queda un ir y venir del fondo a la superficie, constantemente, hasta que se hundan definitivamente en un cielo rabioso, sin estrellas.

jueves, 4 de marzo de 2010

BASTA

(Muy bien, al fin llegó el texto que tanto buscaba. Pero no vino de mis manos, sino de algunos otros dedos que sentían exactamente lo mismo, que habían pasado por las mismas experiencias que pasé yo. No tienen por qué ser propias las palabras cuando se trata de expresar, de exprimirse, de dejar hasta la última gota de líquido almático en el papel rabioso de tinta. Por esto mismo siento de igual forma que dejo todo, que te dejo, que nos dejo acá, quizás para siempre o quiera dios sólo por un tiempo. SÍ, DIOS, pero no el que uds. creen, sino el otro, el que somos cada uno de nosotros y todos a la vez. Ya, ya, me callo...)




Extrañar lo que nunca tuve
, porque no quedó nada, porque no hubo nada, porque te quise sin quererte realmente, porque te amé sin amor. Porque fuimos la nada misma, fuimos un espejismo, ¿Fuimos? No, no fuimos. Fui tal vez, fuiste, no se. Me quedo con la duda de saber si lo hubiéramos logrado, si hubiéramos podido contra todo. Me quedo con las preguntas sin respuesta, con tu adiós estúpido, porque nunca me habías dicho hola, me quedo con la vergüenza que me da haberte amado tanto, me quedo con tu venganza, con tu odio, me quedo con lo único que fue mío alguna vez, tu tiempo inservible, tus sobras. Me quedo con el no saber absolutamente nada de vos, el no saber realmente qué sentías, el no saber si alguna vez hubo algo más que deseo. Tal vez por el simple hecho de que era imposible se volvía tan provocador, me imaginaba en tus brazos, necesitaba tus besos, necesitaba una dosis de vos, una dosis de tu mirada, de tu sonrisa, de tu voz. Me imaginaba pudiendo decir que me habías elegido a mí, que me creías única, que me creías especial. Me imaginaba con fuerza, me imaginaba como nunca fui, porque creía que si tenía tu amor iba a poder ser mejor, iba a poder contra el mundo y no iba a necesitar ya mas nada. Y lloro sin explicación, nadie lo entiende y a mí me importa muy poco, solo lloro porque quizás pude tenerlo todo y lo dejé ir. Sé que es poco probable, sé que te creo mejor de lo que realmente sos, sé que mi imaginación es poderosa y mi necesidad de confiar en el destino aún más. Si esto fuera una confesión, diría que nunca en toda mi vida me sentí tan bien, tan llena de paz como esa vez en que me miraste, y me sentí elegida, me sentí especial, me sentí tuya y te sentí mío, y aunque nada fue conciso, fue real. Me queda todo, me quedan todas las pruebas, me queda el último día en que te vi que fue horrible, me queda tu manera de jugar conmigo, me queda esa persona indefensa que caía rendida a tus pies y que no podía si no tenía al menos una puntita de tu existencia, me quedan mis errores, me queda tu desprecio, me queda lo chiquita que me hacías sentir, me queda lo mucho que te llegué a odiar, me queda mi negación, me queda mi orgullo y tu orgullo; pero mas me quedé con esa mirada, porque fue lo único real. Me quedo con el silencio, con el tiempo en el que yo no conocía lo hiriente que podías llegar a ser, y vos no conocías lo estúpida que podía llegar a ser yo. Me quedo con el deseo, con el no saber, con el querer empezar algo que no pudo ser. Me quedo con los sueños que nunca vas a saber, con los escritos que nunca vas a leer, me quedo con lo único real, con el amor que yo sola construí en base a una mirada...