Y me pediste un límite que llené de humedad.
La sal me cortaba la piel resquebrajada por el aire seco de tus ojos.
Me quise empapar de mí, de mi parte más húmeda y salada;
sinceramente necesitaba llorar mares.
Y vos me secabas de a poco, me quitabas las ganas.
Buscabas evaporar cada lágrima que anidaba en mí.
Yo prefería llorar, y vos te empecinabas en limpiarme la cara
con ráfagas calientes de indiferencia y falso entusiasmo.
Vos no querías verme bien,
simplemente me creías una idiota por estar mal.
Yo el este, vos el oeste.
Y en mis manos reposa el Sol, desde mis ojos se hace amanecer .
Entre tu pelo se esconde la Luna,
desde tu boca parte rumbo al cielo oscuro,
negro como el abismo al que me precipitan tus silencios.
Pero tus brazos eran un ambiente de transición,
ni vos te callabas, ni yo hablaba.
El abrazo era nuestra pequeña tregua,
ambos lo disfrutábamos por igual,
y lo entendíamos de la misma forma.
Tal vez por eso todo terminó en ese pequeño ritual tan entrañable...
probablemente por eso
mis labios áridos no necesitaron humedecerse en los tuyos.
Se quedan en mí el ardor y la palabra; vos te llevás el frío y nuestras voces en la penumbra.
La sal me cortaba la piel resquebrajada por el aire seco de tus ojos.
Me quise empapar de mí, de mi parte más húmeda y salada;
sinceramente necesitaba llorar mares.
Y vos me secabas de a poco, me quitabas las ganas.
Buscabas evaporar cada lágrima que anidaba en mí.
Yo prefería llorar, y vos te empecinabas en limpiarme la cara
con ráfagas calientes de indiferencia y falso entusiasmo.
Vos no querías verme bien,
simplemente me creías una idiota por estar mal.
Yo el este, vos el oeste.
Y en mis manos reposa el Sol, desde mis ojos se hace amanecer .
Entre tu pelo se esconde la Luna,
desde tu boca parte rumbo al cielo oscuro,
negro como el abismo al que me precipitan tus silencios.
Pero tus brazos eran un ambiente de transición,
ni vos te callabas, ni yo hablaba.
El abrazo era nuestra pequeña tregua,
ambos lo disfrutábamos por igual,
y lo entendíamos de la misma forma.
Tal vez por eso todo terminó en ese pequeño ritual tan entrañable...
probablemente por eso
mis labios áridos no necesitaron humedecerse en los tuyos.
Se quedan en mí el ardor y la palabra; vos te llevás el frío y nuestras voces en la penumbra.
...oh, què raro resulta encontrarla por estos pagos, hasta en el mundo cibernètico la cruzo.
ResponderEliminarDeseo que sus palabras me embriaguen a diario, deseo que deje fluir su arte...Usted sabe.
La amo, infinita y eternamente.
La amo ya y ya es mañana.
Mañana seremos luz.
La luz nos alimentarà.
Viviremos una de (y por) la otra.
Volaremos con el viento, o el viento nos harà volar.
...y no quedarà nada màs por decir.
Hasta luego, mujer.
Hasta HOY.-