jueves, 19 de agosto de 2010

They got a skin and they put me in. All the lines wrapped around my face. I'm a lie!

Puedo culpar al día de mi ansiedad, puedo condenar a la noche por ser harto agotadora. Pero más que nada debo culparme a mí y perdonarte a vos. Asumir que el paso del tiempo, con toda su irreversibilidad y su lento caer al suelo, sabe perfectamente cuándo es necesario alterar su velocidad y despertar al Sol a su debido momento.
Quizás, sin ser tan drásticos y optando por una actitud más consecuente, no tendríamos que perpetuar esta conciencia abrumadora sobre las horas, minutos y segundos que condicionan un accionar masivo como si realmente el mundo pendiera de un sólo hilo celeste. No niego cierto grado de unidad, de conexión entre todas las cosas. Pero, ¿hasta qué punto es válido reducirlo todo a una misma unidad de medida, a un único proceso cósmico que regula todo el movimiento universal?
Me gusta sentir que soy responsable de mis actos, de lo contrario no sería necesario responder a esa 'regla moral' de hacerse cargo de las propias acciones; puesto que no estaría en nosotros sino en una voluntad que nos excede absolutamente y es imposible de controlar, conclusión: el flujo de la vida está en sus manos.
Ahora bien, para qué el cuerpo, para qué carajo el devenir del alma en otra voz empeñada en regular el cauce de los ríos, el amanecer, el encuentro. Ya no soporto sus gritos de lata, de eco vacío que no dice ni espera una respuesta. Es como si ella supiera que de nada sirve gritarle al viento que se detenga, al reloj que se retracte... y quizás eso sea todo y cuanto puede hacer, sin dejar de ser esto un ritual tanto válido como productivo. De qué serviría resignarse ante lo 'imposible', lo inmutable, lo inflexible, lo INERTE.
Mi alma sueña que llega a llenar el cielo, a desbordarlo y convertirse ella también en nube, lluvia, estrella, en vigía del suelo. Lo descubrí hace relativamente poco, cuando la sorprendí midiéndose en perspectiva con la mirada hacia arriba, muy concentradamente.
Tanto ella como yo sabemos que el tiempo no para, pero a su vez desconocemos lo que es el tiempo. Y por eso lo negamos, lo cuestionamos, nos mufamos de él. No damos nada por sentado, porque ni siquiera sabemos si nosotras mismas existimos o no en este mundo. Así las cosas, por qué replegarnos a una voluntad que a veces descartamos.
Mejor será seguir mirando el Sol como único parámetro posible, él sí que es incuestionable, constante, perfecto. Y si cierto dejo inteligible de su existencia puede generar dudas alguna que otra vez, nos basta juntar ambas manos y sentirlo allí, entre palma y palma, latiendo entre la piel, generándose lentamente con el devenir de nuestra sangre. Ese calor, es el Sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario