viernes, 18 de junio de 2010

En cualquier estación esperando una fatalidad, o un llamado del cielo.

Sólo te pido silencio, una marea incapaz de rasgar el sonido. El caos, el ruido, son sitios a los que ya no vuelvo, en los que no existo. Entre tus labios y mi boca no tiene que interponerse nada, ni una mínima gota de luz, ni una sola nota.
Intento explicarte la fragilidad de mis caricias, lo efímero de mis besos. Estoy tratando de decirte que en cuanto diste la vuelta me perdiste, que en cuanto cerré los ojos te esfumaste. No puedo sostener por demasiado tiempo la farsa, cualquier sobresalto me desplaza.
En un momento dado, me arrepiento de todo lo que te di o de lo que me he privado. Desconozco tus intenciones y no escatimo en precausiones. Se me notan las marcas en la frente, en las manos, en los ojos... ya ves, si te atrevés a quererme vas a tener que conocer la historia de cada una de ellas. Porque en cada una hay una porción de mí que no se ve, que jamás te voy a mostrar a no ser que escarbes.
Pero qué difícil te va a resultar encontrar la tierra en un jardín que se hizo agua...

No hay comentarios:

Publicar un comentario