jueves, 15 de julio de 2010

Nunca habrá fotos nuestras, ni libros dedicados. Poco recuerdo abierto, mucho olvido cerrado.

La seguridad de estar matándome a cada pitada, a eso te referías? Bueno, yo te digo que hay mil cosas peores y entre esas estás vos. Una vida sana, sin el humo del cigarrillo. Muy bien, yo prefiero una vida sin mentiras y a eso le llamo sanidad. Claramente no tendré jamás los pulmones de un árbol, no sé convertir el CO2 en oxígeno, de la misma forma que no sé transformar tu partida en una lluvia de besos. El tiempo no ayuda, te diré... hace días que no siento mis dedos (ni uno sólo de los veinte). Apenas me queda algo de sangre en las falanges para estar tipeando esto para vos. Y no pretendo coherencia en mis palabras, porque sé que no hay cohesión entre uno y otro de mis pensamientos.
A veces creo tener neuronas autistas, cada cual en su mundo, sin pretensiones de relacionarse una con otra. Así justifico mis desvaríos, mis miedos, mis contradicciones. Pero sabés qué? ME CANSÉ DE JUSTIFICARME, estoy harta de esgrimir argumentos para sostener una convicción que lejos de ser mía se me trepó a la espalda uno de esos días en los que camino distraída.
Soy del tipo de persona que va con la cabeza baja, y si se encuentra una moneda de diez centavos en el medio de la calle se agacha a levantarla sin mirar a los costados. Me importa un carajo si viene un auto: que frene, que siga, que haga lo que se le viene en gana. Yo voy a sostener la moneda entre mis dedos congelados y nada me va a impedir lograrlo. Porque en esos diez centavos yo no veo el dinero, así como en tus palabras no veía otra cosa que sogas; sogas a las que me até, con las que me asfixié, a las que salté ("¡SAL, PIMIENTA, PICANTE!").
Y básicamente todo se reduce a eso, a jugar con tus sogas, a levantar esos diez centavos que quizás en mi bolsillo se vuelvan un abrazo tuyo como el que tanta falta me hace. No descarto ninguna posibilidad, quizás así se sienta la demencia: confiar en que al hundir la cara en la nieve, se puede sentir el ardor de una llama.
Seguiré fumando, querido. Porque disfruto de controlar las situaciones, y no hay ejemplo más palpable que este; ser plenamente conciente de que te estás haciendo daño. Las vueltas de la vida hacen que todo en esta realidad sea cambiante, y lo que ayer te hizo bien mañana puede destrozarte. Detesto eso, ser tan ignorante, que el futuro sea tan impredecible. De haberlo sabido no hubiera saltado tan alto, o escarbado tan poco en ciertos abismos y pozos de la vida.
Pero creo que eso sería caer en facilismos de los que prefiero alejarme... quiero tus manos, tus besos y esa expresión en tu cara que tanto me tranquilizaba. Pareciera que no dejo de pedir, pero lo hago siendo conciente de que he entregado muchas cosas y ahora pido esto a cambio.
Sin embargo el movimiento continuo me demuestra que no estoy en lo cierto, que aunque fume voy a vivir hasta los 70 años y que no voy a volver a abrazarte. Bueno, y entonces qué me queda? Ordenar las colillas por color, blanca-marrón y estrangularlas para que dibujen con sus hebras tu letra.
Me he quedado sin fuerzas, sin palabras y sin amor. Busco la felicidad en los charcos y sólo veo la misma cara de horror que vos ya supiste quitarme. Por qué no vas a hacerlo otra vez? No no, no te estoy reclamando nada, sólo te pido que me expliques. Soy bastante lenta para comprender algunas cuestiones y sobre todo bastante testaruda. Dame un buen motivo y yo apago el cigarro (¡Sí sí, te juro que no te lo voy a aplastar en el ojo!).
Ves? te quedaste callado una vez más. Así no sirve, por eso me caigo. Tropezón no es caída, pero una vez en el piso ya no me importa si tropiezo, es más... ME CHUPA UN HUEVO. Ahora quiero levantarme y no estás para ayudarme.

Okey, voy a intentarlo sola. Pero antes pasame el atado de cigarros, querés? No, ese no. El de al lado, de veinte.

2 comentarios:

  1. A veces leerte es descubrir cosas, y eso pasa muy pocas veces...

    Porque disfruto de controlar las situaciones, y no hay ejemplo más palpable que este; ser plenamente conciente de que te estás haciendo daño.

    Qué terrible, pero no voy a decir como vos, no me matás, me vivís Jo. Sos escalofriante.

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  2. Dios...
    Y no el que vos y yo conocemos...
    Increible
    Te amo

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