miércoles, 7 de julio de 2010

Take my hand. Were off to never-never land


No se siente muy bien esta lluvia de hoy. Hay demasiados recuerdos bailando en las panzas inchadas de las gotas que caen. Cuando llegan al piso gritan aquel nombre, seguido de algún insulto. Otras chillan el mío, mientras me advierten que cuando el agua pasa se desdibujan los caminos.
Me encantaría saber cuál es el mío, para correr a salvarlo o tirarle más baldes de agua fría.
Sé que camino, lo percibo en los pies cubiertos de tierra (o barro en su defecto) y en mis ojos irritados por el viento insalvable que sopla aquí afuera. No pretendo concer mi destino de ante mano, sino saber si este es o no mi recorrido. Sería insoportable caer en la cuenta de que vengo caminando por el lecho de un río que en verano se cubrirá del agua de los deshielos, y arrasará con todo lo que sobre estos márgenes he construído.
Por eso no me siento bien en este día lluvioso, porque la incertidumbre prevee cosas que las certezas no saben discernir. Entonces, si no deja de llover y por este camino suele pasar el río, no me cabe ninguna duda que mañana amaneceré con el agua hasta el cuello.
Así es que te llamo, ya no importa si te extraño o me desvivo por un beso tuyo. Lo que no quiero es perecer en el mismo lugar en el que pude volver a soñar con ser feliz y reconstruir tantas cosas sueltas. El agua me hace mal, me ahoga en los recuerdos, me limpia de certezas y me cuenta las verdades: que todavía tiemblo al escuchar ese nombre, que todos mis fracasos tienen dibujada su cara, que cuando lloro dos de cada tres lágrimas las pago por él, que si me siento sola necesariamente voy a creer que es él quien me hace falta.
Así las cosas, pedirte ayuda, decirte que seques las nubes y absorbas el agua. Por mí, por vos, por lo que quizás la vida quiera hacer de nosotros. Sé que podés hacerme bien, pero no quiero abrazarte con la ropa empapada y mojar tus besos, tus caricias. Me rehúso a derramar mis gotas de odio sobre tu pacífica sonrisa; me encantaría ser quien seca tus ríos.
No puedo hacer más que esto, tratar de no ahogarte con mis palabras, ni hervir mis miedos en las tuyas. Sólo me queda aguardar tu llegada, hacer mi mayor esfuerzo para ayudarte a detener esta lluvia.
El cielo está tan gris hoy, tengo que salir de mi casa y no quiero dar ni un paso fuera de las baldozas si no tengo la garantía de que voy a encontrarte. Pero no todo en la vida son certezas e inclusive es pertinente desconfiar de ellas. Así que mejor busco el paragüas y me clavo unas bolsas de nylon en los pies. Está un poco áspero el camino por estos lados, el agua se tragó la tierra y escupió barro.
Espero tu llegada, iré a buscarte cuando cese la lluvia...

Pd: Pero por favor, no te tardes.

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