Veamos ahora cuántas palabras puedo escribirte sin dejar de tipear. No importa la puntuación, las tildes, ni la correcta disposición de las letras queriendo ser palabras.
Vamos a bajar cada vez que se asuma el silencio, otro párrafo y a ver qué tal si empezamos a sonar.
Subí, acá arriba se entienden las cosas mucho mejor. Hay como una visión panorámica del todo, y existe la posibilidad de detenerse en cada una de las partes. Algo bastante raro hoy en día, puesto que pareciera oler a pecado el detenimiento del buen observador, sumándose a la concepción idiota el caótico rótulo de ‘pérdida de tiempo’.
Yo quiero mirar, congelarme los ojos en una sola imagen; tapar mis oídos una vez que haya entrado el sonido, y apreciarlo lentamente, padecer sus armónicos breves; porque es siempre un acorde, una nota perfecta que tiene nombre y me cachetea. Sí, tiene nombre y también fuerza, tiene armónicos y me golpea.
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