martes, 30 de marzo de 2010

Dame una palabra, dame la brisa


El silencio... que nace, que se retroalimenta, que se autofagocita, que se consume.
El silencio... su piel de durazno, su corazón de almíbar, sus pies ligeros, su sonrisa de escamas desmesuradas.
El silencio... sobre el asfalto, entre la gente, desde el futuro, hasta las últimas consecuencias.
El silencio... olas que se agigantan escupiendo sal, asesinando el ruido.
El silencio... tu nombre, tus palabras, tus labios, tu mirada distraída, tus piernas.
El silencio... mi nombre, mis palabras, mis labios, mi mirada atenta, mis brazos.

El silencio... el vacío, su cuerpo efímero, sus movimientos esquivos, su forma infernal de no decir, la nada.
El silencio...
o lo que es lo mismo, tu ausencia y la mía, la falta de nuestros besos.

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