lunes, 22 de febrero de 2010

dieciocho veces once y diecinueve veces noventa y uno



Nunca, que es fijación intermitente de una luna que se agiganta y redobla la oscuridad.

Basta, siempre salta de tu boca la palabra última, la que termina con todo, la que me reduce y me da descargas.


Suelo, que me llena la boca de tierra, de agua, de semillas que se colocan en mis muelas y hechan raíces.


Flores, debajo de mi lengua guardo los pétalos de sal que te robé aquella vez, mientras dormías.


Lluvia, vuelvo a ser charco, a dejar que me pisen, que se mojen con mis desos aguachentos.


SOS LO ÚLTIMO QUE QUERÍA

ME DEJÉ LA MUSICA ENTRE TUS MANOS,
y la quiero de vuelta.


YA NO VOY A CALMAR TU SED...
ni la mía.

SE HIZO LO QUE SE PUDO, y más también

ME DUELEN TANTO LOS OJOS,

no quiero abrirlos nunca más

VUELVO, SIEMPRE VUELVO,
es el ocio, la necesidad, la certeza de ausencia


DESAPARECÉ, CONSUMITE,
aprendé a querer al menos al silencio











(te quiero)
no, ni un poco... te detesto y me aborrezco a mí con respecto a vos.
Lo que me hacés ser, lo que me sale ser,
lo que no puedo evitar cuando estoy con vos.

Digo... hace media hora que te estoy hablando, y seguís sin decirme nada.


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