viernes, 26 de febrero de 2010

Hasta que el Sol, Muchacha, te haga reír hasta llorar... hasta llorar.


A mi hada - TE AMO


Voy a empezar a escribirte, porque ya te lo dije hace tiempo: “yo te escribiré, yo te haré llorar”... Quiero que llores para que toda la sal de tu cuerpo arda ante la majestuosidad de la luz. Una vez afuera, las lágrimas ya no pesan tanto; una vez afuera la sal no se nos queda anudada a la garganta. Cuando lloramos dejamos que todo el vacío que nos embarga (qué paradójico, no? un vacío que nos desborda) se haga gota y fluya eternamente por entre los pliegues del aire, de la tierra y de las cosas. A veces las lágrimas quedan atoradas en un picaporte, en un aula, en un libro, en un sillón, en la bendita almohada; o por el contrario se enredan con los hilos del aire que exhalamos en el suspiro final (el que sigue al espasmo) y dejamos que el agua corra hasta la tierra para que sea absorbida y transformada. Así, cuando nos tiramos en el pasto y sentimos que algunas gotas se nos quedan adheridas a la espalda, ya sabemos que por allí hubo sal en las mejillas, que hubo vacío y también espasmos.

Pero no me quiero desviar del asunto, lo que yo quiero que entiendas en este texto es que llorar recompone universos, suprime mundos, regala magia. Y esto es porque llorando se moja la arena seca y podemos reconstruir el castillo de arena que supo deshacer la marea; porque esos mundos que nos destruyen, las esferas de tiempo y sentimiento que nos esmeramos en separar geográficamente y en asignarles un nombre determinado, esos planetas de sombras que pueden tener nombres propios, ARDEN con la sal, llorando esas cosas de las que hacemos ‘un mundo’ estallan en mil pedazos; por último, llorando uno ve cómo las cosas se desdibujan y se vuelven a recomponer, se componen y se vuelven a borronear. Llorando concebimos desde nuestros ojos una realidad llena de agua y sal que puede sernos de lo más fantástica y acogedora, el brillo que queda en la mirada luego de llorar es el más puro y mágico que puedas alguna vez recrear; no hay pigmentos que logre emular el brillo intenso de una mirada que supo exprimirse el alma y alzar los ojos nuevamente hacia la luz. En fin, “Llorá bien, abrí los ojos, y después seguí bailando...”. Todo para liberar al llanto de todas esas malas concepciones que de él suele tener la gente. No es que quiera que estés mal, pero que cuando lo necesites llores y lo entiendas como un ritual hermoso, no como algo inevitable de nuestro estado de seres humanos.

No sé por qué, pero esto es lo que me salió escribirte para estos 17 años. Tal vez para no sentirme tan culpable cada vez que no puedo estar ahí para abrazarte si llorás, porque no puedo aliviar todos tus dolores, y tu alma tiene más sal de la que toda mi agua podría absorber. Y está perfecto que sea así, pero yo quisiera tener el poder de hacerte siempre bien, de reducir hasta el hartazgo cualquier sombra que te quiera despojar de luz. Entonces diciéndote todas esas cosas acerca del llanto, así como sucedió con los charquitos, puede ser que me tengas más presente en el momento en que tengas que pasar por eso. De esa manera, estar acompañándote de alguna forma.

Y cuando te rías, mi hada verde de los campos, toda esa sal se revolucionará dentro de ti; cada grano va a colisionar contra tu piel y vas a sentir el cosquilleo estimulante de su danza por la pista de tu cuerpo. Reírse es como abrazar bien bien fuerte a alguien muy querido, se siente un calor tan intenso y metafísico que hay que cerrar los ojos y apretarse bien fuerte contra el otro, porque sentimos que se nos vence el cuerpo, que se nos va a escapar el alma (puesto que la risa es la música del alma y es bien sabido que en el aire las notas suelen perderse).

1 comentario:

  1. Gracias, amo este texto, lo leo casi todos los dìas. Y lograste con èl lo que querìas lograr, siempre que una làgrima quiere saltar de mis ojos (y salta) recuerdo todas estas palabras, te recuerdo a tì; lo hiciste nuevamente!
    Muchacha ojos de papel te necesito, quiero verte hace mucho.
    Yo te amo màs.
    C.-


    (No corras màs, tu tiempo es hoy...)

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