jueves, 4 de febrero de 2010

Menos mal, no

El pájaro ahora soy yo. Cuánto más triste es saber el final de ante mano... Ya quisiera yo el beneficio de la duda. Sólo me queda la muerte silenciosa; como quien no quiere la cosa, dejar de sentir y ya no respirar.
Estúpida inocencia la mía, maldita credulidad de sentir que podía llegar a tocarte. El pájaro muerto eras vos, o era yo... o simplemente nos dimos a la muerte desde un principio y hasta lo último. Llevé al extremo algo que no quería precipitarse hacia ningún lado. Siempre yo, nunca vos, y sin embargo, MUERTOS.
Nunca volé realmente, siempre anduve por lo bajo, pues el miedo no conoce el silencio y gustaba de susurrarme el final al oído. Terminaría por caer, ya sea estando muy alto o al ras del suelo... en caer, una constancia eterna y cruel.
Te di plumas y de vos arranqué otras. Tus gestos no eran más que palmaditas en la espalda, dulces para calmar los caprichos de la nena absurda que supe ser cuando me sentabas en tu regazo.
Qué equivocada estuve siempre, por meterte en una burbuja totalmente ficticia, de humo, de cigarro, de tiempo. Cuatro al hilo, eso sos vos... cuatro cigarrillos quemándome la garganta uno tras otro, encendiendo mis lágrimas, consumiendo mi bronca, evaporando mi esperanza. Y si mi pulgar roza reiteradas veces tu colilla de negada resistencia, la ceniza cae y dibuja los hilos grises del desvío. Del camino no compratido, ya no más beso, tampoco boca. Ya no tu lengua escarbando mis silencios, mis abismos, mis 'te quiero', mi nicotina húmeda.
Esta vez es distinta de otras veces, mi tijera furiosa corta tus ojos y me los regala, yo piso tus pupilas y la tierra se las traga. CORTANDO EL AIRE, ABRIENDO LA TIERRA, ESTALLANDO LAS HORAS. Camino por nuestros días y sólo quiero destruirlo todo, porque nunca empezó, porque así las cosas tampoco se puede terminar nada.
Me llevo las palabras, las mordidas, las remeras levantadas y los cabellos entrometidos; que ya no te vuelvan mis sombras de chapa, ni las girnaldas de mis abrazos, ni la canción que nunca quisimos regalarnos.
Intenté, jamás intentaste... y ya no está todo tan perfecto, porque nunca te importó y si bien plin-plin, coche y alguito de amor, lo tuyo fue siempre un NO. Y hoy YO soy la que dice que no, que se cansó del límite, de tener que afirmar tus negativas, de robarte el tiempo y algunos besos.

Estoy vacía, yo que tanto tenía para darte.

Me dejaste sin ganas, y con la sola certeza del fracaso, de la desilusión podrida y apelmasada. Te saludaría, pero no vale la pena. Tus 'hola' nunca significaron más que eso: H O L A, eso es lo mismo que nada, las letras no dicen, translucen... y vos nunca proyectaste amor. Tal vez ahora mismo te esté carcomiendo mi silencio, pero a mí me importa muy poco, porque yo ya estoy devorada por los tuyos.

No voy a despedir a quien nunca pude darle la bienvenida.

Tal vez si me fumo un cigarro... pero no, mejor no hablar de ciertas cosas. Digo, después de todo si no hay un espacio en blanco el pintor no puede hacer su obra de arte.

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